sábado, 25 de junio de 2011

Colombia y el Tratado de Armisticio y la Regularización de la Guerra.


El 1820 ocurrieron en España sucesos políticos que tuvieron repercusión importante en la guerra de independencia. A comienzos de año, varios regimientos concentrados cerca de Cádiz para partir a América, se sublevaron bajo al mando del Coronel Riego e iniciaron un movimiento revolucionario que rápidamente se extendió a Madrid y a la mayor parte de las provincias metropolitanas. Los revolucionarios exigían: suprimir la inquisición, gravar con impuestos al clero y la nobleza, cerrar monasterios, confiscar propiedades agrarias de los nobles y restaurar la constitución de 1812. Bajo la presión del movimiento liberal, el Rey Fernando VII convocó las Cortes, prestó juramento a la constitución de 1812 y suprimió la inquisición. Al mismo tiempo, el gobierno español, envió instrucciones a sus jefes Militares en las colonias para entrar en negociaciones con los republicanos.
Este cambio de actitud del gobierno español, condujo a la firma de dos tratados suscritos entre los representantes de la República de Colombia y de España. Fueron los tratados de Armisticio y de Regularización de la Guerra, firmados en Trujillo, los días 25 y 26 de noviembre de 1820, respectivamente.
El Capitán General Pablo Morillo recibe instrucciones el 6 de junio de 1820 desde España para que arbitre con Simón Bolívar un cese a las hostilidades. Morillo informa a Bolívar sobre el cese al fuego unilateral del ejército español y la invitación para conferenciar un acuerdo de regularización de la guerra.
El 27 de noviembre de 1820, en el pueblo de Santa Ana, en Trujillo, se realiza la histórica entrevista entre Bolívar y el Jefe realista Pablo Morillo, para ratificar con un abrazo los Tratados que acababan de firmar.
Es fama que este recio general español se sintió avergonzado cuando vio concurrir al sitio previsto al Libertador, con la mínima compañía, montado en una mula, sin arreos militares, con gorra de campaña y una levita azul. En cambio Morillo venía con sus mejores galas y una considerable escolta. Después de numerosos abrazos, se hicieron originales brindis.
Luego, el Jefe español propuso que se erigiera en el sitio una pirámide que recordara el abrazo fraternal, y Bolívar y Morillo pusieron la primera piedra de ese monumento que hoy existe en Santa Ana. Ambos coincidieron, en sus respectivas relaciones, que pasaron los momentos más felices al entablarse tal amistad.
El Tratado de Regularización de la Guerra fue firmado por los plenipotenciaros el 26. Mediante este acuerdo ambos bandos se comprometían a hacer la guerra "como lo hacen los pueblos civilizados", acordando el respeto a los no combatientes, el canje de prisioneros y a acabar definitivamente con las viejas prácticas de la guerra a muerte. Este representa el principal antecedente del Derecho Internacional Humanitario actual.
El Tratado de Armisticio tenía por objeto suspender las hostilidades para facilitar las conversaciones entre los dos bandos, con miras a concertar la paz definitiva. Este Tratado se firmó por seis meses y obligaba a ambos ejércitos a permanecer en las posiciones que ocupaban en el momento de su firma. Con este propósito, en el Tratado se fija como línea de demarcación la siguiente:
"El río Unare, remontándolo desde su embocadura al mar hasta donde recibe el Guanape; las corrientes de éste subiendo hasta su origen; de aquí una línea hasta el nacimiento del Manapire; las corrientes de éste hasta el Orinoco; la ribera izquierda de éste hasta la confluencia del Apure; éste hasta donde recibe al Santo Domingo; las aguas de éste hasta la ciudad de Barinas, de donde se tirará una línea recta hasta Boconó de Trujillo; y de aquí la línea natural de demarcación que divide la Provincia de Caracas del Departamento de Trujillo".
El Tratado de Regularización de la Guerra significó el compromiso de ambos bandos de hacer la guerra respetando las normas más elementales del derecho de gentes, que habían sido violadas de parte y parte durante los años de la guerra. Desde 1810, la guerra fue una contienda en que no se respetaba la vida de los prisioneros, ni siquiera la de los heridos en el campo de batalla. Tal manera de hacer la guerra fue terriblemente perjudicial a nuestro país, por el carácter de contienda civil que tuvo y por la inclinación de grandes sectores del pueblo a apoyar a los realistas. La firma de este Tratado vino, pues, a significar la terminación de la guerra a muerte, proclamada por El Libertador desde 1813.
Los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra enmarcan, en cierto modo, la transición de la Guerra de Independencia de Venezuela, a la Guerra de Independencia de la República de Colombia. Ambos tratados fueron suscritos no a nombre del gobierno de Venezuela, sino del gobierno de Colombia. La creación de la República de Colombia como entidad jurídica y política, que se había iniciado en el Congreso de Angostura meses antes, vino a recibir el reconocimiento internacional cuando España, por medio de sus representantes, convino en suscribir estos acuerdos con los representantes de Colombia. El reconocimiento de la República de Colombia por España fue un paso importante en el reconocimiento del status jurídico del movimiento de independencia, porque por primera vez el gobierno español dejaba de considerar a los republicanos como alzados, insurgentes y rebeldes, que era la denominación que corrientemente se daba a los patriotas, y los aceptaba como legítimos representantes de la nueva nación.
El Armisticio firmado en Trujillo quedó interrumpido antes del plazo señalado y la guerra se reanudó a partir del 28 de abril de 1821. La causa de esta interrupción fue el pronunciamiento de la ciudad de Maracaibo, en donde una asamblea popular reunida el 28 de enero, declaró la ciudad y su territorio constituidos en "República Democrática", unida a Colombia. Inmediatamente después de este pronunciamiento, las tropas patriotas entraron en Maracaibo y ocuparon la plaza. Estos hechos fueron interpretados por los realistas como una violación del Armisticio, basándose en que Maracaibo estaba dentro de los límites del territorio que les correspondía según el tratado. Sin embargo, el pronunciamiento de Maracaibo era un acontecimiento de gran importancia que venía a reforzar las posiciones políticas y militares de los independientes. Esta ciudad y su provincia habían permanecido fieles al gobierno Español y el cambio de actitud que ahora asumía no podía quedar sin el debido respaldo del gobierno patriota. En tal sentido, El Libertador mantuvo la ocupación de la ciudad e invitó al jefe español a conversaciones para llegar a un acuerdo favorable del incidente. Este arreglo no fue posible, y ambos bandos convinieron reanudar las hostilidades a partir del 28 de abril.