viernes, 21 de octubre de 2011

Congreso Anfictiónico de Panamá

             
El Congreso de Panamá (designado a menudo como Congreso Anfictiónico de Panamá en recuerdo de la Liga Anfictiónica de Grecia antigua) fue un congreso que tuvo lugar en la ciudad de Panamá con el objeto de buscar la unión o confederación de Hispanoamérica, lo que antes fueron los virreinatos españoles en América. El congreso se llevó a cabo en 1826 en el antiguo convento de San Francisco, hoy Palacio Bolívar de la ciudad de Panamá.
                El salón donde fue celebrado dicho congreso recibe el nombre de salón Bolívar y reposan allí una espada del Libertador, juntos con los originales “Protocolos del Istmo”, primeros acuerdos firmados por los ministros plenipotenciarios que asistieron a esta reunión en 1826.
                Asistieron al congreso: Nueva Granada, Venezuela, Ecuador, Guatemala, México, Perú, las Provincias Unidas de Centro América. Chile y Argentina no asistieron debido a su situación interna; Bolivia no pudo llegar a tiempo y Gran Bretaña envió un observador.
                Ya la idea de crear una gran nación cuya extensión abarcara lo que hoy es Hispanoamérica venía desde Francisco de Miranda, quien ideó el nombre de Colombia para esa eventual nación. Simón Bolívar, también, en la Carta de Jamaica (1815).
                El Congreso logró instalarse en la ciudad de Panamá el 22 de junio de 1826 y dejó de sesionar el 15 de julio de ese año. Asistieron dos representantes por cada país concurrente: Gran Colombia (que abarcaba los actuales Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela), Perú, México, y las Provincias Unidas del Centro de América (que comprendía Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, y Costa Rica), aunque el propio Bolívar no pudo intervenir al considerar incompetible su presencia mientras desempañaba la presidencia de Perú.
                Si bien la joven República de Bolivia fue invitada, recién en julio de 1826 el presidente de Bolivia, el mariscal venezolano Antonio José de Sucre, designó a sus dos delegados. Poco antes de la partida de los delegados bolivianos llegaron las noticias del inicio del Congreso así como de sus acuerdos y por ello quedaron sin efecto las designaciones, pese a la plena identificación del mariscal Sucre con los objetivos de Bolívar. Las convulsiones políticas de 1826 y 1827, y el consiguiente retiro de Sucre causaron desinterés en Bolivia sobre los resultados del Congreso de Panamá, y sus acuerdos no se ratificaron.
1. Renovación de los tratados de unión, liga y confederación;
2. La publicación de un manifiesto en que se denuncia la actitud de España y el daño que ha causado al Nuevo Mundo;
3. Decidir sobre el apoyo a la independencia de Cuba y Puerto Rico, así como de las islas Canarias y Filipinas;
4. Celebrar tratados de comercio y de navegación entre los Estados confederados;
5. Involucrar a Estados Unidos para hacer efectiva la Doctrina Monroe en contra de las tentativas españolas de reconquista;
6. Organizar un cuerpo de normas de derecho internacional;
7. Abolir la esclavitud en el conjunto del territorio confederado;
8. Establecer la contribución de cada país para mantener los contingentes comunes;
9. Adoptar medidas de presión para obligar a España al reconocimiento de las nuevas repúblicas; y
10. Establecer las fronteras nacionales con base en el principio de uti possidetis, tomando como base el año 1810.
                El pleito entre Perú y la Gran Colombia por la provincia de Guayaquil, así como el litigio entre México y Centroamérica por la región de Soconusco (actual Chiapas) impidió también discutir la aplicación del uti possidetis como criterio para la delimitación territorial, tomando como base el año 1810. Ante el fracaso de las conversaciones sobre este tema y para evitar el agravamiento de las pugnas ya existentes, estas cuestiones no se resuelven en el debate, encargando la definición de fronteras a los acuerdos bilaterales entre cada país.
                La negativa de cada país participante a reducir sus aranceles anula todo intento de fijar acuerdos preferenciales de comercio, al ser evidente los desequilibrios en la balanza comercial de cada asistente. Los recién independizados países participantes dependen mucho de los aranceles como fuente de ingresos para sus gobiernos, por lo cual se niegan a toda concesión al respecto. La exigencia del observador británico Dawkins para contar con acuerdos comerciales de manera separada con cada estado impide las posiciones comunes entre los países hispanoamericanos y el Congreso decide mantener el status quo sobre los aranceles y el comercio.
                El intento de estimular la independencia de Cuba y Puerto Rico quedó anulado por la opinión contraria del observador británico, quien advirtió además los riesgos de lanzarse a una guerra contra España en la región del Mar Caribe donde otras potencias como la propia Gran Bretaña y Francia poseían colonias. Por presión británica se desaconsejó también invocar el apoyo de EEUU para instaurar por la fuerza la Doctrina Monroe, en tanto los estadounidenses eran (junto a España) el principal socio comercial de Cuba y Puerto Rico; la discrepancia entre México y la Gran Colombia sobre quién debería liderar este esfuerzo anticolonial, así como las advertencias británicas, causaron que el Congreso evitara toda decisión sobre el Caribe, mientras Gran Bretaña apenas ofrecía su mediación para lograr el reconocimiento diplomático del gobierno español de sus antiguas colonias.
                Los embajadores tan sólo acordaron con relativa facilidad la creación de una liga de repúblicas americanas con jefes militares comunes, formar un pacto mutuo de defensa, y una Asamblea Parlamentaria Supranacional, aunque sin acordar detalles específicos sobre el funcionamiento de ésta, ni sobre la organización de las tropas comunes de defensa. Con muchas limitaciones se elaboró al fin el “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua” que emergió del Congreso, y aprobado por todos los concurrentes fue ratificado en última instancia solamente por la Gran Colombia en el mismo año de 1826.
                Al terminar las sesiones en la ciudad de Panamá el 15 de julio, los delegados mexicanos sugieren reiniciar el Congreso en Tacubaya, localidad a las afueras de Ciudad de México, opción apoyada de inmediato por los delegados peruanos y centroamericanos, y que los representantes de Gran Colombia aceptan para evitar las acusaciones de que el Congreso quedaría "bajo la influencia omnímoda de Bolívar".
                Se pactó que un miembro de cada delegación volvería a su país de origen y el otro partiría a Tacubaya, pero el clima político antibolivariano en Lima causó que los dos delegados peruanos (Manuel Lorenzo de Vidaurre y Manuel Pérez de Tudela) volvieran a su país.
                En agosto de 1826 los delegados de México, Gran Colombia y Centroamérica (José Domínguez, Pedro Gual, y Antonio Larrazábal, respectivamente) se reunen en Tacubaya, y allí los alcanza el observador estadounidense John Sergeant que sobrevivió al viaje hacia Panamá. Al conocerse que Perú y Centroamérica no ratifican el “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua”, el gobierno mexicano pierde casi todo entusiasmo e interés por proseguir las deliberaciones del Congreso Anfictiónico.
                Mientras tanto el delegado de Estados Unidos, John Sergeant, manifiesta a los demás representantes que sus instrucciones se limitan a negociar acuerdos de comercio con las reúblicas hispanoamericanas, que su gobierno rechaza integrarse en una confederación continental, y que EEUU también niega su apoyo a toda acción de guerra contra España en la región caribeña; todas estas explicaciones son secundadas por el embajador estadounidense en Ciudad de México, lo cual termina por frustrar otro de los objetivos de la agenda del Congreso.
                Las propias convusiones internas de la política mexicana impiden la reanudación del Congreso, y el 9 de octubre de 1828 los delegados originales de Gran Colombia, México y Centroamérica declaran la conclusión definitiva del Congreso Anfictiónico.
Consecuencias
                La creciente hostilidad de los políticos peruanos hacia Bolívar causaron que tras el alejamiento del Libertador de la presidencia del Perú sus sucesores en Lima declinaran ratificar el “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua”; similar situación también se repitió en Bolivia al cesar el gobierno del mariscal Sucre, cuando se desvaneció todo interés por el proyecto unificador de Bolívar.
                Las tensiones internas en las Provincias Unidas de Centroamérica hicieron imposible en éstas una posición unánime a favor de los acuerdos de Panamá, además que los litigios territoriales de Centroamérica con México no habían quedado resueltos en el Congreso Anfictiónico, dejando insatisfechos a ambos estados sobre un tema que precisaban solucionar antes de integrarse a un proyecto de unión continental.
                El propio “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua” omitía temas importantes del proyecto de Simón Bolívar como la integración comercial y el cese de los pleitos territoriales, mientras que la alianza militar defensiva no ponía fin a la separación de fuerzas entre los países hispanoamericanos. La discordia entre las delegaciones había impedido llegar a acuerdos decisivos en muchos temas proyectados, restando fuerza a las decisiones del Congreso.
                El hecho que apenas uno de los cuatro estados participantes ratificaran los ya limitados acuerdos de Panamá causó que el propio Simón Bolívar considerase al Congreso Anfictiónico como una experiencia fallida poco después que concluyeran las sesiones, señalando: "El Congreso de Panamá sólo será una sombra".
                Cuatro años después del Congreso, en 1830, la Gran Colombia se disolvió en tres países, y en 1834 las Provincias Unidas de Centroamérica se desmembraron en cinco estados.
                Al final Gran Bretaña, que envió también un representante en calidad de observador, aprovechó la situación para iniciar acuerdos comerciales con los países asistentes por separado; irónicamente el gobierno británico fue el más beneficiado al obtener importantes tratados comerciales con algunos países.
                La idea de la unión de los países latinoamericanos se mantuvo en suspenso pero latente. Años más tarde se creó la Unión Panamericana y luego la Organización de Estados Americanos (OEA). También, actualmente hay un Parlamento Latinoamericano. El presidente venezolano Hugo Chávez Frías insiste en una Confederación o Liga entre las naciones de Suramérica y al parecer se han dado los primeros pasos para la conformación de "Unión de Naciones Suramericanas" (UNASUR).


lunes, 17 de octubre de 2011

Bolívar en Bolivia

Bolívar en Bolivia
            El 9 de febrero de 1825, el mariscal Antonio José de Sucre y Casimiro Olañeta, abogado de Chuquisaca y sobrino del mencionado general, convocaron a todas las provincias altoperuanas para reunirse en un congreso que debía decidir el destino de la nación. Pero, el destino de la nueva república estaba sujeto a tres posibilidades que se abrían en el seno de la asamblea, proseguir la unidad con Buenos Aires, incorporándose al conjunto de las Provincias Unidas, mantener la adhesión al Perú reconociendo las medidas de incorporación dictadas por el virrey Abascal como resultado de la revolución del 16 de julio de 1809 en La Paz, o sostener con decisión la independencia absoluta del Alto Perú, no sólo con relación a España, sino también con referencia al Provincias Unidas del Río de la Plata y al Perú. Tanto como el gobierno de Buenos Aires y el Perú admitían esta tercera alternativa, en cambio, Bolívar, si bien no desautorizó públicamente a Sucre le reprochó en carta privada esta iniciativa, pues entendía que alentar en ese momento un acto de soberanía de esa naturaleza, conspiraba contra los intereses de la Gran Colombia, ya que el territorio de la Real Audiencia de Quito podría pretender el mismo trato que la de Charcas.    El Congreso General Constituyente de Buenos Aires, por decreto de 9 de mayo de 1825, declaró que «aunque las cuatro provincias del Alto Perú, han pertenecido siempre a este Estado, es la voluntad del congreso general constituyente, que ellas queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir a sus intereses y a su felicidad», despejando el camino a la independencia alto peruana.
            Sucre, un tanto molesto por el reproche que le hacía Bolívar, después de demostrar sus razones, anunció que obedecería lo mandado, pero que también abandonaría el país, porque lo que se le ordenaba no compartía con su criterio, más al contrario, chocaba con su conciencia y comprometía la fe de su palabra. Convocada nuevamente la Asamblea Deliberante en Chuquisaca, el 9 de julio de 1825, y concluida se determinó la completa independencia del Alto Perú, bajo la forma republicana, por soberana de sus hijos. Finalmente, el presidente de la Asamblea José Mariano Serrano, junto a una comisión, redactó el Acta de la Independencia que lleva fecha del 6 de agosto de 1825, en honor a la Batalla de Junín ganada por Bolívar. Por lo que la independencia de la República de Bolivia fue proclamada definitivamente el 6 de agosto de 1825 en un Congreso celebrado en Chuquisaca.

El 18 de mayo de 1826 Bolívar firmó en Lima un decreto de reconocimiento de la independencia de Bolivia por parte del Perú. []Mediante un decreto la Asamblea determinó que el nuevo estado llevaría el nombre de «República Bolívar», en homenaje al Libertador, designado «Padre de la República». Se le concede también el supremo poder ejecutivo en forma vitalicia, con los honores de Protector y Presidente.[4] Bolívar agradeció estos honores, pero declinó la aceptación del cargo, designando al general Antonio José de Sucre.
            Pasado un tiempo se volvió a debatir el nombre de la joven nación, y un diputado potosino llamado Manuel Martin Cruz, dijo que al igual que «de Rómulo viene Roma», «de Bolívar vendrá Bolivia». Bolívar al enterarse de esta noticia se sintió halagado por la joven nación. Bolívar hasta ese momento no aceptaba de buen grado la independencia de Bolivia, debido a que le preocupaba su futuro, debido a que Bolivia se encuentra en el centro de Suramérica, y esto según Bolívar supondría que sería una nación acosada y que afrontaría futuras guerras, cuestiones que se cumplieron.             Bolívar deseaba que Bolivia formara parte de otra nación, preferentemente Perú, pero lo que le convenció profundamente fue la actitud de las masas populares. El 18 de agosto, a su llegada a La Paz hubo una manifestación de regocijo popular. La misma escena se repitió cuando el Libertador llegó a Oruro, después a Potosí y finalmente a Chuquisaca. Esta expresión tan ferviente de la población, conmovió a Bolívar, quien llamó su «hija predilecta» a la nueva Nación.

Cátedra Bolivariana II

Bolívar en Perú
            Llegada de Bolívar a Perú: Bolívar sabía que la independencia de la Gran Colombia nunca estaría segura si no se lograba definitivamente la independencia del Perú; tampoco aquí se veía otra alternativa que no fuera la intervención del Libertador. Por su parte, Sucre, el hábil adelantado de Bolívar, había preparado eficazmente el terreno para la realización de sus planes. El Congreso solicitó con urgencia la presencia de Bolívar y tan pronto como éste hubo llegado le concedió la suprema autoridad con poderes militares y políticos, hasta la terminación de la guerra. El Protectorado no consolidó la independencia y acabó en medio de críticas. Por ello San Martín se retiró, devolviendo el poder al pueblo peruano a través del Congreso instalado en 1822, y que tampoco pudo vencer al virrey. Los peruanos, impotentes, tuvieron que llamar al exitoso libertador caraqueño, Simón Bolívar.
            Para los peruanos era insufrible ya la situación, la anarquía reinaba por doquier, y la amenaza realista crecía. El 10 de febrero de 1824 Bolívar es nombrado Dictador del Perú, para que controle las riendas. Su actuación, de hecho, produjo los frutos deseados. El decreto del Congreso del Perú dice: «Considerando ...que sólo un poder dictatorial depositado en una mano fuerte, capaz de hacer la guerra, cual corresponde a la tenaz obstinación de los enemigos de nuestra independencia, puede llenar los ardientes votos de la representación nacional...la suprema autoridad política y militar de la República queda concentrada en el Libertador Simón Bolívar».  Eran los días en que el Perú agradecido confiaba en el Libertador y depositaba en él toda su esperanza. No fue defraudado este país sureño, cuando ese mismo año de 1824 Bolívar logró desbaratar la anarquía de los inadaptados, y para cerrar con broche de oro el 9 de diciembre Sucre vence en Ayacucho dando libertad al Perú y al resto de la América dominada entonces por los españoles.
            La Campaña Final: Con las tropas traídas por él, Bolívar preparó la ofensiva buscando recursos en el norte y centro del país. Acantonó sus tropas en Huaylas y pasó después a Cerro de Pasco, el 6 de agosto de 1824, la victoria de Junín le abrió el acceso a la sierra y señaló el principio del fin para los ejércitos del Rey. Bolívar regresó a Lima mientras Sucre al frente de un ejército de colombianos, argentinos, chilenos y peruanos prepara la campaña final. El choque de se produjo el 9 de diciembre de ese mismo año en los campos de Ayacucho, con el triunfo total de los patriotas. El Virrey La Serna fue tomado prisionero y firmó la Capitulación de Ayacucho que puso fin a la resistencia de los españoles en le Perú.

                     Información tomada de internet.